Lo que ocurre en las masas desplazándose por las vías publicas, también tiene sucedencia en los componentes que construyen la sensación se imagen. Cuando el status de alumno prodigio del neoliberalismo que poseía Chile desde un no-pagar el Metro, que direccionó un válvula de escape para la frustración acumulada, tuvo emergencia con el suelo, empezaron a ocurrir cosas con los objetos estéticos que se volvieron sensibles al entorno. Cuando uno camina por los nudos de expresión ciudadana, como la llamada Plaza de la Dignidad, uno se encuentra que el arte visual extracircuito muestra una estética de alto compromiso, pero a la vez experimentando nuevos territorios para provocar a la sensibilidad. El 18-O chileno también será memoria de nuevas estéticas.